Fundación ProAves – por la conservación en el país de las aves

Cristian Vásquez, el guardabosques que cambió deforestación por conservación

31 julio, 2024

Cristian Vásquez nació, creció y ha desarrollado toda su vida hace 35 años en torno al campo. Desde muy niño aprendió las labores agrícolas tradicionales y las prácticas asociadas a esta actividad: quema de terrenos, tala de árboles, arado y uso de fertilizantes, aniquilación de especies que representaban una amenaza para los sembradíos. Cristian mira hacia atrás y no siente orgullo de esos días pero agradece haber transitado esta experiencia porque de otro modo no hubiera descubierto su vocación de guardabosque. El punto de inflexión fue la oportunidad que le ofreció ProAves para desempeñar este rol cuando cultivaba moras y maíz para las especies silvestres protegidas. Ese día empezó su reconciliación con la naturaleza y desde entonces este vínculo se ha fortalecido a través de la protección de las especies, la defensa de las reservas naturales y el amor por su trabajo. En 2023 Cristian Vásquez fue premio Internacional de Guardaparques otorgado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN, un reconocimiento a su tenacidad, liderazgo y resultados de las tareas de investigación desplegadas en las reservas que ha custodiado.

Cada 31 de julio se celebra el Día Mundial de los Guardabosques y para ProAves es un honor contar con personas como Cristian Vásquez, uno de los 31 guardabosques que hacen parte de ProAves, valientes que consagran su vida al cuidado del planeta.

Equipo de prensa de ProAves ¿Qué ha significado este reconocimiento para usted?

Cristian Vásquez: El Premio fue un alimento para mi motivación. Contribuyó para tener una moral mucho más alta para seguir luchando por la conservación. Sentí que valió la pena todo lo que estoy haciendo y me enamoré mucho más de esta labor, que no es fácil, conservar es difícil, pero es gratificante. 

EPP ¿Cómo hace un ser humano para proteger un bosque?

CV: Ahora protejo la Reserva ProAves Chamicero en la Serranía del Perijá. He sido guardabosques de la Reserva ProAves El Dorado, y antes,  de la Reserva Loro Orejiamarillo. Yo constantemente lo recorro, primero patrullando los linderos y luego captando las novedades. Observo si hay amenazas o si hay especies nuevas. Esta es una labor que te tiene que gustar y sentir que estás en el lugar indicado, de otro modo sería imposible enfrentarse a tanta responsabilidad.

EPP ¿Cómo es un día de guardabosques?

CV: Me levanto a las 5 de la mañana, por costumbre, me tomo el café, desayuno y salgo a las 6 y 30 a patrullar los linderos, termino a las 2 de la tarde, almuerzo, hago un pequeño receso y en la tarde prosigo con las labores de pajareo, el cuidado de los jardines de la reserva, de la infraestructura, los viveros, cuidar los colibríes y sus comederos y a estar atento a cualquier eventualidad, si hay una especie nueva, o algún desafío que se presente dentro de la Reserva.

EPP ¿Cómo hace con su familia, cuándo se reúne con ella?

CV: Yo tengo vacaciones anualmente y los visito cada año pero donde estoy es un paraíso.

La Fundación cuenta con un lugar bien acondicionado, seguro y conectado con el resto del mundo, buena luz, merco cada 8 días, tengo todo lo necesario, cuento con internet, la Reserva es muy cómoda, me comunico con mi familia por videollamada, tengo una hija hermosa.

EPP ¿Cuéntenos más sobre el momento en que su vida giró de agricultor a guardabosques?

CV: Yo era agricultor en Támesis, Antioquia y como campesino hacía pequeñas parcelas de maíz y mora para que los animales del bosque comieran, una funcionaria me vio la actitud y me preguntó si quería trabajar con ProAves para cuidar el bosque. Pasaron 7 meses y llegó una llamada. Yo acepté y empecé en la Reserva Loro Orejiamarillo. Mi vida cambió. Me dieron la estabilidad laboral y económica pero lo que más me cambió fue el chip, tuve otra visión, un trabajo hermoso y qué bueno que hubiera más oportunidades para campesinos de esta manera. Es una vida dura y cuando uno es campesino la supervivencia te obliga a matar las aves porque se comen las moras, y yo mataba las pavas, no me siento orgulloso de eso. Pero ahora es distinto, cuando yo llego de visita a esas parcelas les digo que no maten a las pavas ni a ningún animal porque todos tenemos un lugar en este hogar llamado naturaleza.

EPP ¿Cuál es el paisaje con el que amanece cada día y quiénes son sus vecinos?

CV: Mi primera vista cada vez que abro los ojos en la Reserva ProAves Chamicero de Perijá es la Sierra Nevada de Santa Marta, están al fondo los nevados y parte del páramo, alcanzo a ver el valle, a la ciudad de Valledupar y varios pueblos, es espectacular, estoy a 2.600 metros pero la reserva llega a 3.400.

Mis vecinos son el oso Andino, al que tuve la suerte de toparme y lo grabé muy cerca, es muy tranquilo, también los venados, las águilas, el ave insignia de Colombia, el Condor, con varios de ellos comparto las moras que crecen cerca a mi alojamiento en la Reserva y así vivo gran parte de mi vida en equilibrio.

EPP ¿Cuál es la situación más dura que ha tenido que enfrentar?

CV: He tenido 4 o 5 experiencias de incendios en la Reserva ProAves El Dorado, por acción del hombre a raíz de fogatas en camping que se les sale de control, pero también por causas naturales como un rayo.

En El Perijá, como en toda parte, los guardabosques debemos hacerle frente a la delincuencia común y a los grupos armados pero nuestro interés es conservar. Los atracos y los incendios son los mayores desafíos, pero yo voy para delante en la conservación, eso no me hace bajar la moral en mi trabajo.

EPP ¿Qué se necesita para ser guardabosques?

CV: Ser guardabosques para mí es que te guste si no estás en el lugar equivocado, siempre vas a estar lejos, estamos en el bosque, en la montaña, en las partes aisladas, donde solo se escucha la paz de la naturaleza, es otro mundo pero yo soy feliz, haber conocido a ProAves es lo mejor que me ha pasado, me siento muy orgulloso y si algún día me tengo que ir, espero hacerlo con la frente en alto.