Colombia por su ubicación en el trópico, sobre la zona ecuatorial, favorece la presencia de una amplia variedad de climas y ecosistemas, como por ejemplo los bosques de niebla, bosques húmedos, ciénagas, manglares, etc., cada uno con características específicas que permiten el establecimiento de una gran diversidad de especies.
La gran diversidad biológica del país lo ubica entre los primeros en biodiversidad del mundo, ocupando el primer puesto en aves y anfibios y el segundo en flora y mariposas. Desafortunadamente para Colombia su diversidad ha sido blanco del tráfico ilegal de fauna silvestre, actividad que después del narcotráfico y el tráfico de armas es una de las acciones económicas más rentables y que perjudica de gran manera las poblaciones de especies silvestres, considerando que en la actualidad, casi 2000 especies de fauna, se encuentran en peligro de extinción. En Colombia, el tráfico ilegal de especies afecta a 234 especies de aves, 76 de mamíferos, 27 de reptiles y 9 de anfibios (www.minambiente.gov.co), ocupando el segundo lugar en tráfico de especies a nivel global (www.caracol.com.co).
El tráfico ilegal es como una pirámide, comienza con los campesinos ó indígenas quienes se encargan de extraer las especies de su hábitat natural, y entregarlas a un intermediario que las transporta y negocia ya sea dentro de nuestro país ó realiza el contacto con traficantes internacionales quienes finalmente se encargan de realizar la venta en el exterior.
La situación es más crítica debido a que las personas que trafican con especies biológicas no lo hace con técnicas que garanticen el bienestar de los animales, tal y como se refleja en los casos de decomiso, donde se encuentran los animales desnutridos, drogados, congelados, con fracturas y en general con las consecuencias que implica su transporte clandestino dentro de los más inimaginables medios: motores, carteras, llantas, zapatos, cilindros, etc., ocasionando que entre el 50 y 80% de estas especies, mueran en la larga y penosa travesía. Expuesto lo anterior, el panorama que se tiene es el siguiente, existe una presión extractiva de especies silvestres producto de la demanda de individuos y/o productos para atender un comercio ilegal a nivel nacional e internacional, situación que se agrava si se considera la cantidad de animales que deben ser extraídos para cumplir con esta demanda bajo las condiciones anteriormente expuestas, convirtiéndose en otra causa de extinción de especies.
Recientemente se presentó el reporte de la extracción no autorizada de la ranita venenosa (Oophaga histrionicus) en cercanías de la Reserva Natural El Pangan, área protegida ubicada en la cara occidental de la cordillera occidental, en el pie de monte nariñense y que pertenece al municipio de Barbacoas, Nariño, una zona rica en especies endémicas que están siendo foco de los inescrupulosos traficantes de fauna silvestre. El caso particular de extracción de anfibios pertenecientes a la familia dendrobatidae, es motivado no solo por la vistosidad de sus especies sino también por las propiedades medicinales de las sustancias que en su piel. En el caso de Oophaga histrionicus, se conoce que secreta un alcaloide espiropiperinídico, la histrionicotoxina, el cual bloquea la transmisión neuromuscular, por lo que ha sido investigada para la fabricación de medicamentos, y se avanza en el conocimiento sobre su aplicación en el tratamiento del Alzheimer, el síndrome de Down y la miastenia grave, no obstante, también es requerida como mascota por coleccionistas de especies generalmente de origen extranjero.
Es necesario que las personas tomemos conciencia del daño que se le hace a los ecosistemas apoyando el tráfico y comercialización ilegal de especies, con este comportamiento no solo se está agotando uno de los patrimonios globales de la humanidad, sino el más importante activo que tiene el país. Se debe empezar a reflexionar y entender que los animales silvestres no pueden vivir en cautiverio, no están condicionados para hacerlo, ellos necesitan su espacio, su alimento e interactuar con individuos de su misma especie. Así pues, muchos creemos que aún estamos a tiempo para frenar este mercado ilegal que tiene efectos irreversibles a largo plazo e incalculables en términos de pérdida de nuestra diversidad biológica.