Fundación ProAves – por la conservación en el país de las aves

Los bosques colombianos están desapareciendo

8 abril, 2021

English

Ecosistemas de Colombia llenos de árboles, arbustos y matorrales han sido talados sin piedad: hemos perdido 563.000 hectáreas de bosque lluvioso primario entre el 2016 y el 2019, y esto fue antes de la pandemia; con la llegada del Covid-19 el aumento de la tala ilegal y las invasiones de tierras han incrementado. Un área tres veces mayor a la ciudad de Bogotá D.C. ha sido destruida y más de 1.4 mil millones de árboles se han perdido, y nunca regresarán.

Si cada colombiano, un total de 50,3 millones de personas, plantara un árbol cada mes, se necesitarían más de 2 años solo para recuperar esos árboles perdidos entre 2016 y 2019. Sin embargo, no solo se está destruyendo la naturaleza, la incomparable biodiversidad colombiana también; por ejemplo, la diversidad de aves, por la cual el país es número uno en el ranking mundial, igualmente está desapareciendo, y estas especies no se pueden replantar.

Si bien plantar árboles es inspirador, es simplemente simbólico. Detener la destrucción de los increíbles lugares salvajes de Colombia, como nuestras selvas tropicales y bosques nubosos, y preservar todas las especies es, sin duda alguna, la prioridad más importante.

La pandemia ha creado el salvaje oeste

Tristemente los programas de lucha contra la deforestación no tienen ninguna posibilidad. Las tasas actuales de desaparición de las masas forestales se están acelerando. En solo los últimos 3 meses, Global Forest Watch, una herramienta en línea gratuita que proporciona alertas diarias de deforestación para toda Colombia, muestra un aumento masivo en los incendios forestales: más de 41,000 entre el 1 de diciembre de 2020 y el 10 de marzo de 2021.

Lamentablemente, el reciente aumento en la deforestación ha afectado en gran medida el precioso sistema de Áreas Protegidas de Colombia. Y aunque los medios de comunicación y Global Forest Watch informaron sobre las descomunales amenazas de la minería ilegal y la tala en parques nacionales y reservas naturales, sus esfuerzos han sido en vano.

Amenazas contra la Conservación

Desde 1998, la Fundación ProAves ha enfrentado muchos desafíos para conservar sus 28 Reservas Naturales, donde se protegen más de 1.600 especies del país y la mayoría de aves endémicas o amenazas que hay en Colombia; hoy, el COVID-19 nos presenta otro gran desafío para la conservación.

Personas inescrupulosas han visto la pandemia como la oportunidad para infligir agresivamente las áreas naturales y causar detrimentos ambientales irreversibles en las Reservas de ProAves:

  • La Reserva ProAves El Pangán, ubicada en Barbacoas, Nariño, sufrió indiscriminados ataques como: tala ilegal selectiva, destrucción de sus bosques, invasión de predios y daños a sus ecosistemas, por lo que se pusieron varias denuncias en contra de los responsables. 
  • La Reserva ProAves Pauxi Pauxi, situada en los municipios de Betulia y San Vicente de Chucurí, Santander, tuvo invasiones, destrucciones a las señales de delimitación y daño al medio ambiente por la tala de su vegetación, por lo que se instauró una denuncia. 
  • En la Reserva ProAves Chamicero de Perijá, localizada en el municipio de Manaure, Cesar, se formuló una denuncia por la irrupción al área protegida y deterioros ambientales por la tala de vegetación nativa para la creación de potreros.
  • La Reserva ProAves Colibrí del Sol, ubicada en Urrao, Antioquia, fue saqueada y varias de sus pertenencias fueron hurtadas, por lo que se hizo una denuncia por robo y daños a la propiedad. 
  • En la Reserva ProAves Las Tángaras, la cual se encuentra en Carmen de Atrato, Chocó, se impusieron varias denuncias por invasiones a las áreas de conservación y tala ilícita de sus bosques naturales.
  • En la Reserva ProAves El Paujil, ubicada en la Serranía de las Quinchas, en los departamentos de Boyacá y Santander, se instauró una denuncia por tala y aprovechamiento ilegal de madera de especies valiosas, invasión de predios y perjuicios ambientales. 
  • En la Reserva ProAves Loros Andinos, localizada entre los municipios de Roncesvalles, Tolima, y Génova, Quindío, se hizo una denuncia por el robo de varios equipos indispensables para la conservación de la biodiversidad natural. 
  • En la Reserva ProAves El Dorado, ubicada en la Sierra Nevada de Santa Marta, se instauraron 3 denuncias por daños de cercos y vallas, invasiones de lotes y graves perjuicios al hábitat.
  • En la Reserva ProAves Ranita Terribilis, la cual se encuentra en Timbiquí, Cauca, hubo invasiones, tala y cacería ilegal de sus especies y amenazas en contra de uno de sus guardabosques, por lo que se formuló una denuncia al respecto.
  • En la Reserva ProAves El Jaguar, ubicada en municipio de Mapiripán, Meta, se instauraron varias denuncias por incursiones a las áreas protegidas, hurto e impactos al ecosistema irremediables por tala y pesca ilegal.

Lamentablemente en 10 de las 28 Reservas ProAves se registraron agresiones de diferente índole, por lo que fue necesario contratar personal capacitado y fortalecer las labores de patrullaje y control de los límites de las áreas de conservación. Además, se impusieron 5 denuncias ante la Fiscalía General de la Nación, 10 denuncias ante las Inspecciones Municipales, tres denuncias ante las autoridades ambientales, una denuncia ante la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca, dos denuncias ante juzgados civiles y tres denuncias ante el Ejército Nacional.

La desgracia de Colombia, sus preciosos recursos naturales

La retirada de las FARC ha creado una oportunidad para que las industrias legales e ilegales aprovechen los tesoros del bosque natural de Colombia.

La mayor parte de la deforestación es causada por la ganadería y la producción de aceite de palma en tierras que son, en su mayoría, baldías o áreas protegidas existentes. También, la minería ilegal, especialmente de oro, está desafiando muchos lugares alrededor de las estribaciones de las regiones de los Andes y el Chocó.

Colombia quiere reducir a la mitad sus emisiones de gases de efecto invernadero para el 2030, y quiere ser climáticamente neutro para el 2050. Pero, hasta el momento, el escenario no se visualiza así: en el primer trimestre de 2020, el científico ambiental colombiano Rodrigo Botero señaló que habían más bosques cortados en la primera mitad de 2020 que en todo 2019.

El gobierno colombiano recibe decenas de millones de dólares de Noruega, Alemania y Gran Bretaña para programas de protección forestal con el fin de combatir el cambio climático y preservar los bosques tropicales que producen oxígeno para la vida, y capturan y encierran CO2 en la vegetación. Los datos satelitales independientes de Global Forest Watch muestran que estos programas, prácticamente, no tienen ningún efecto en Colombia, principalmente porque no apoyan los esfuerzos de las comunidades ni de las pequeñas ONG como la Fundación ProAves.

Si Colombia quiere rescatar lo que queda de su tesoro más valioso, sus maravillas naturales vivas, debe comenzar con apoyar y potenciar los esfuerzos locales para proteger lo que queda y penalizar de manera consecuente la minería y la tala ilegales con todo el peso del poder judicial y del gobierno.